Cuba en bicicleta

Escrito por Patxi Ortiz.

Cuba en BicicletaEste relato es un intento de acercaros las experiencias que allí nos ocurrieron, lo que vivimos y la cara que descubrimos de aquel maravilloso país. Además, también pretendemos que este viaje y los datos que os aportamos puedan ser útiles a todos aquellos que decidáis viajar hasta allí como nosotros hicimos.

Este año hemos decidido viajar a el “largo cocodrilo verde”, Cuba. 

Hay que conocer la Cuba de Fidel con Fidel. 

JUEVES 14 DE JULIO DE 2005
Vuelo de Iberia 6621 con destino a La Habana y salida a las 17h. Desde el aeropuerto de Madrid-Barajas cancela su viaje por problemas mecánicos y nos obliga a volar al día siguiente. Todavía esperamos la indemnización económica de la compañía Iberia, recogida en su folleto informativo "derechos del viajero".

VIERNES 15 DE JULIO DE 2005
Aterrizamos a las 19h. Nos recoge en el aeropuerto nuestra avanzadilla, Julio después de haber contratado Taxi espacioso con objeto de poder cargar nuestras 3 bicicletas. Para más información, comentar que las bicis se pueden transportar en el avión hasta un peso de 20 Kg., aunque dejan un margen de 10 Kg. más, es decir hasta 30 Kg., antes de pedir más dinero por el transporte. Cada Kg. de más supone un cañonazo en el bolsillo. Es importante embalar bien las máquinas con objeto de que no sufran ningún desperfecto. Un buen recurso es acudir a vuestra tienda habitual y pedir las cajas en las que les traen los pedidos de las nuevas bicicletas.
Desde el primer momento que te sumerges en la ciudad de La Habana, viniendo desde el aeropuerto a la ciudad (No paguéis mas de 15 CUC por la carrera), el impacto es grande, cuando experimentéis esa sensación entenderéis lo que cuento. Todo lo que os hayan contado no tiene nada que ver con lo que sintáis por vosotros mismos.
En Cuba existen dos formas distintas de concebir el viaje y comprender el país. Una para el que quiera conocer las playas y admirar los coches de época, para lo cual solo tendrá que contratar los habituales hoteles turistas; y otra para el que quiera conocer la realidad cubana, el espíritu inquebrantable de sus habitantes sumergiéndose en su vida, para lo cual es aconsejable salirse del circuito turístico habitual, alojarse en casas de cubanos (concertadas para el turismo - aprox. 20 CUC noche y 3 CUC desayuno) y aventurarse por el país mezclándose con sus gentes.
Nos alojamos en la zona del Vedado, concretamente el la calle 21 y O, en un edificio de lujo, de finales de los años 40, a muy pocos metros del Hotel Nacional. La historia de este hotel comienza el año 1930, fue construido para ser el orgullo de Cuba, y lo fue, pero no en orgullo, sino en la morada de alguno de los hombres mas peligrosos de aquella época, nos referimos a las bandas de crimen organizado de Estados Unidos, que campaban a sus anchas por la isla, controlando la prostitución, el juego y muchas de las empresas que, con la connivencia de los distintos gobiernos títeres, operaban en la isla. Frank Sinatra, Frank Costello, Umberto (Albert) Anastacia, Vito Genovese y Lucky Luciano entre otros tenían aquí sus base de operaciones, no todo son personajes siniestros, Johnny Weissmuller, Buster Keaton, Jorge Negrete, Lara, Tyrone Power, Errol Flyn, Marlon Brando y el sobre todo Ernest Hemingway. Este hotel es lugar adecuado para cambiar vuestros euros por CUC, esa es la moneda que existe para el extranjero en Cuba, es la única que tiene validez, los días de los dólares terminaron, con la nueva medida adoptada por el gobierno cubano, de gravar con un 10% la moneda de fuera. Por otro lado están los Pesos cubanos, que al cambio pierden toda su validez, cuidado con los buscavidas de la isla porque querrán cambiarte convertibles por cubanos. El CUC, solo se puede cambiar en Cuba, existen muchas oficinas de cambio a lo largo de su territorio.
Después de conocer los coco-taxi, bicicletas-taxi y camellos visitamos el famoso Malecón, muy cerca de nuestra zona. Caminando por el Malecón comienzas a respirar la vida habanera, cerca del Hotel Nacional esta la oficina de intereses americanos, que viene a ser como la embajada. La oficina esta custodiada fuertemente por policías cubanos, que te llamaran la atención si te detienes a grabar o tirar fotos. Tanta seguridad viene dada por los posibles saltos que den a la valla los ciudadanos que desean obtener la ciudadanía americana, ya que en el momento que un cubano pisa suelo norteamericano se le da automáticamente la nacionalidad estadounidense. A su lado se encuentra la tribuna anti-imperialista, sitio en el que grupos de música, teatro, y mítines políticos, presentan sus protestas a los americanos.
Delante de oficina de asuntos americanos grandes carteles publicitarios enseñan eslóganes del tipo: "Señores imperialistas no les tenemos absolutamente ningún miedo" "Patria o muerte" y carteles alusivos a la tortura que sufren los presos de Guantánamo, base americana, robada en su día al pueblo cubano.
Aquel día terminamos tarde, fue un día largo, muy largo. Nos acostamos después de haber visitado la embajada española, la plaza de la catedral, en la que se produce un efecto distinto a otras catedrales, las normas del barroco reinventadas por la imaginación criolla, y terminar en La Bodeguita del Medio, lugar donde Hemingway daba cuenta de lo que para él eran los mejores mojitos de la Habana. Eso seria antes. Esos mojitos ya no son lo que eran, ni mucho menos.

SÁBADO 16 DE JULIO DE 2005 (20 Km.)
Hoy ya no podíamos soportar más las ganas de coger la bici y decidimos hacer un tour por la ciudad. Entre unas cosas y otras, perdiéndonos por las calles y avenidas habaneras recorrimos 20 Km. El punto de destino y lugar que a nuestro entender representaba la estancia en Cuba era la Plaza de la Revolución. Extensa explanada donde se han vivido momentos grandes en la historia de este país, el presidente, Fidel Castro ha conseguido reunir a más de un millón de personas para escucharle en alguna de sus largas alocuciones. Rodeada de edificios ministeriales y del Palacio Presidencial, la vista nos lleva rápidamente a contemplar la efigie del Che Guevara, escultura de hierro plasmada en el ministerio del interior. Allí nos hicimos la foto para la posteridad, foto que buscábamos ya desde España, símbolo de nuestro paso por esas tierras.
También nos adentramos en la Habana vieja y en pleno corazón de la ciudad. Nos llamó mucho la atención el tráfico caótico, el ir y venir de coches y personas sorteándose en media calzada. Resultaba increíble que no se produjera ningún accidente. Sin señalización, sin código de circulación, sin policías de tráfico ¡Sin accidentes! Pasamos por las calles de Calzada de las Infantas y llegamos hasta la calle de la Zanja y al barrio chino, donde comimos. Pudimos ver los mercados comunitarios, los establecimientos de suministro de alimentos para la cartilla de racionamiento y conocimos la Plaza Vieja. Compramos uno de los periódicos oficiales, el Granma y terminamos en nuestro local favorito El Tejadillo. Se encuentra situado en la calle Tejadillo esquina con San Ignacio. Sin duda fue el lugar donde mejor nos prepararon los mojitos Allí conocimos a excelentes músicos, Marcos Perdomo Jr, Coral Negro... que actuaban en directo consiguiendo un ambiente a ritmo de son verdaderamente inolvidable.

DOMINGO 17 DE JULIO DE 2005 (100 Km.)
A las 10 de la mañana, después de llenar bidones y depósitos cargamos un total de 12 litros de agua para los 4, a tres litros por barba, y nos lanzamos camino de la autopista con dirección a Pinar del Río. Aquel día hacía mucho calor, entre 35/36ª C y una humedad muy grande. Luego nos daríamos cuenta de que nos habíamos quedado cortos de agua. Las sacudidas, las ráfagas de calor se sentían en las carnes como cuando se abre la puerta de un horno. A veces era cuestión de metros, golpes de calor intensos en cuestión de unos metros que luego se disipaban. Extrañísimo. Lo bautizamos como el efecto microondas.
Prácticamente sin tráfico, sin lugares donde poder parar a comer algo, sol y más sol, y la nada, kilómetros y kilómetros de carretera en línea recta. Sin grandes dificultades geográficas, prácticamente llano, pero los kilómetros se hacían insufribles e implacables en el ánimo de los esforzados de la bici.
Ante aquella situación no podíamos parar y quedar expuestos a los rayos de sol, debíamos seguir pedaleando hasta encontrar algo! Pero nada aparecía. La gente se protegía debajo de los puentes, en plena autopista, y esperaba a que algún coche o camión se detuviera para llevarlos a sus destinos. Señalar que en Cuba es obligatorio que cualquier medio de transporte se detenga en los puentes de la autopista y ocupe las plazas que lleve libres con las personas que esperan su turno para ser transportados.
A la altura de Guanajay, recorridos unos 50 Km. aproximadamente, decidimos comer sobre un puente algo de lo que llevábamos en las alforjas. A Julio no le resultaba muy atractivo el menú a base de fuet y agua caliente, la verdad es que era duro, después de estar rodando tantos kilómetros, y sobre todo con las alforjas llenas de comida en sobres, imposible cocinar sin agua, el agua lo teníamos muy racionada y no nos daba para preparar la comida en el hornillo, al final el estomago de Julio cedió a ese fuet, que a esas horas, estamos hablando de las 4 de la tarde, se transformaba en un rico manjar, regado por agua que lo menos que hacia era refrescar. Todos estos avatares durante nuestro viaje por la autopista eran interrumpidos por tormentas tropicales que en menos de un minuto calaban todas nuestras ropas y equipajes. Intentamos parar algún camión billete en mano para que nos llevara a la primera localidad que se encontrara, fue imposible. A lomos de las máquinas y aconsejados por un agricultor que nos vendió queso y dulce de guayaba, tomamos un desvío sobre el Km. 70 en dirección a la localidad de Las Terrazas, adentrándonos en el Parque Nacional de la Sierra del Rosario (Reserva Mundial de la Biosfera declarada por la UNESCO). Aquel terreno era mucho más duro con el añadido de los ataques de los rodadores (pequeños mosquitos muy agresivos, que dejan una mancha de sangre) que a la caída de la tarde se cebaron con 4 sudorosos ciclistas que buscaban alojamiento desesperadamente. Después de grandes dificultades, desorientaciones y problemas llegamos anocheciendo a Baños de San Juan, nuestro paraíso. Aquella noche, después de dar cuenta de una suculenta cena a base de puerco y arroz congrí, pudimos empezar a disfrutar del día, que ya era noche, ganas de divertirse, una cuantas botellas de ron, Tu Kola y la alegría de los cubanos hicieron que esa noche se nos olvidara los 100 Km. que llevábamos en nuestras piernas, cuando el ron se acabo, nos fuimos a dormir a las cabañas que nos tenían preparadas, para nosotros esos catres nos parecieron suites presidenciales.

LUNES 18 DE JULIO DE 2005 (30 Km.-2h 15 min.)
Después de la paliza del día anterior, los 100 Km. nos pasaron factura. Despertamos tarde y no dejamos pasar la oportunidad de bañarnos en un lugar tan privilegiado. Cascadas con agua cristalina! Bañeras naturales esculpidas en la piedra por el paso del río! Un paraíso después de tantas dificultades. Partimos destino a Soroa después de dar buena cuenta de los alimentos que transportábamos en nuestras alforjas, la mayor parte sobres de pasta y alguna que otra conserva de poco peso. Teníamos que continuar adentrándonos en la Sierra del Rosario, y de nuevo, los problemas. Al poco tiempo de salir tuvimos una avería importante en una de nuestras bicis, se rompió el cambio y se partió la cadena. Nos salvó ser previsores y llevar un buen equipamiento de recambios y herramientas, aunque uno de nosotros tuvo que hacer el resto de la ruta a piñón fijo, y nunca mejor dicho. Las rampas camino de Soroa eran muy agresivas, de fuertes porcentajes (15-17 %), el calor y los rodadores hacían el resto. De Baños de San Juan a Las Terrazas 2 Km. Salíamos de nuevo al cruce y giramos a la izquierda, después de atravesar el pequeño embalse con embarcadero de Las Terrazas. Desde el cruce hasta la garita de salida del parque aproximadamente 15 Km. de durísimo terreno rompe-piernas. Una vez que conseguimos llegar a la garita, de nuevo girar a la izquierda y pegarnos con los 4 Km. más duros de la etapa, con porcentajes cercanos al 18%. En plena selva, el sonido es inconfundible, inolvidable. Los últimos 9 Km. son prácticamente en bajada con terreno favorable hasta llegar a Soroa. En la entrada del pueblo hay un complejo hotelero un tanto peculiar. No tenían plazas para nosotros, llegamos demasiado tarde, como siempre, aunque no tanto como para cenar en su restaurante-buffet, por 10 CUC, y por supuesto acabar una vez mas la jornada rodeado de música, baile y mojitos, olvidándonos así las penurias de todo el día. Aquella noche dormimos en un centro sismográfico, si, si, un lugar destinado a registrar los movimientos sísmicos.

MARTES 19 DE JULIO DE 2005 (96 Km.- la mayoría en camión)
Partimos de Soroa por la mañana en busca de la salida a la autopista dirección Pinar del Río. Son 6 Km. hasta llegar a la tan ansiada autopista. ¡En ese punto, encontramos la primera gasolinera que existe desde La Habana! A las gasolineras se las conoce con el nombre de CUPET. En la Cupet pudimos, por lo menos, comprar agua. Muy cerca también encontramos el único Ranchón (restaurante de carretera) donde reponer fuerzas. Comimos como si fuera lo último que nos íbamos a llevar al la boca en todo el día. No faltó el pollo frito, los moros y cristianos, los tostones, el boniato, las judías verdes, etc.... Y por supuesto la maravillosa cerveza cubana: Cristal (la que mejor entra, muy suave) y Bucanero (más fuerte). Después del festín, con la panza llena lo que menos nos apetecía era volver a la tortuosa autopista de largas rectas y calor asfixiante, más de lo mismo. Decidimos actuar a lo cubano, tumbarnos debajo de un puente y esperar a que algún camión nos llevara hasta Pinar del Río a 90 Kms aproximadamente de distancia. Esta vez, gracias a la inestimable mediación de Joel, un guajiro que conocimos, y a un contrabandista de alcohol conseguimos cargar las bicis y subirnos al camión que nos dejaría en Pinar del Río. Viajar en un camión hasta arriba de cubanos (guajiros, militares, niños, etc) es conocer Cuba. Son 174 los kilómetros que separan Pinar del Río de la capital, ciudades unidas por esta autopista que tan bien conocemos. Pinar es una localidad grande para lo que estábamos acostumbrados a ver. La ciudad en sí no nos sedujo. Quizás lo más destacable sea la la fábrica de Guayabita del Pinar, marca del ron de la ciudad elaborado con la antigua receta. No desaprovechamos la oportunidad de hacernos con algunas botellas. En el mismo lugar en que nos bajamos del camión, encontramos milagrosamente una ponchera (taller de reparación de pinchazos). Allí mismo, entre unos y otros, nos arreglaron el problema que teníamos con la válvula de una rueda y nos facilitaron la dirección de una casa para alojarnos después de acompañarnos hasta la misma casa donde pasamos una noche movidita....

MIÉRCOLES 20 DE JULIO DE 2005 (32 kms)
En un lugar de Pinar del Rió de cuyo nombre no quiero acordarme, alquilamos unas habitaciones, que a simple vista inspiraban confianza. Habíamos pasado mucha sed, como siempre, en el traslado a Pinar el día anterior, por lo que pedimos a la patrona de la casa que nos comprase agua y bebidas frías. Lo primero que llego fue el agua, de la que Julio dio buena cuenta, "me voy a beber la botella entera", decía el muy inocente. Cesar y Patxi bebieron también, pero menos, se dieron cuenta del sabor extraño que tenía ese agua, que también tenía un precinto muy extraño y que además en su interior flotaban extrañas cosas blancas...
El amanecer fue un ir y venir al W.C. Las primeras horas de la mañana fueron risas, cabreo, viajes al excusado y otra vez la jornada que empezaba rompía todos los planes que habíamos hecho el día anterior. Las botellas de agua eran falsas, tenían un precinto hecho a lo cubano. Después de discutir con la casera de la supuesta intoxicación, nuestro próximo reto era llegar a Viñales.
Nuestra idea era hacerlo en bicicleta, 32 kms aproximadamente, pero el estado físico del Julio dejaba bastante que desear, Patxi se había recuperado más. A Cesar sorprendentemente no le afectó, y podía montar en bici, eso si, con piñón fijo y con una válvula arreglada el día anterior en la ponchera. Nos dimos una vuelta, botella de suero en mano, por Pinar del Rió, intentando alquilar un coche que nos llevase a Viñales. Todas las agencias pedían mucho por coches que ni siquiera podían llevar las bicicletas. Entre un sitio y otro de repente apareció un señor llamado Fidel que con el encanto cubano sonsacó nuestros planes y por 18 CUC nos llevaba a los cuatro a Viñales, el hombre no sabía que llevábamos cuatro bicicletas. Tenía un Hunday en el que el maletero se iba a llenar con solo meter las alforjas. "También les llevo las bicicletas", esto ya era mucho para nosotros. ¡Todo en Cuba es posible! Fidel no estaba acostumbrado a ver bicicletas tan grandes, sus ganas de ganar esos 18 CUC le cegaban y creía a pies juntillas que sí, que las bicicletas entraban.
Nosotros no teníamos muchas ganas de discutir y nos dejamos llevar por Fidel. Le invitamos a que nos acompañase y comprobase por el mismo que sus intenciones se iban a chocar con la realidad. La realidad era que tenía que meter cuatro montan bike con sus ocho ruedas correspondientes, cuatro juegos de alforjas repletos de comida que todavía no habíamos gastado y cuatro pacientes ciclistas que ya estaban empezando a tomar las cosas con la calma que se las toma un cubano. El coche era de cuatro puertas, no tenia portón trasero, por lo que meter las bicis en el maletero iba a ser harto complicado. Empezamos a sacar bicis, Cesar y Julio fueron los primeros en meter las suyas, hasta ahí todo bien. El maletero estaba lleno y nos faltaba meter las dos ruedas delanteras, las otras dos bicis las alforjas y nosotros. "Que no Fidel, que esto es imposible" le decíamos, en esos momentos Fidel se quedo pensativo, empezó a dudar de que no pudiese llevarnos a Viñales, perder su tiempo y irse a casa sin sus 18 CUC, pero rápidamente nos pidió la tercera bici, que empezó a colocar encima de las otras dos. Esta tercera quedaba fuera totalmente del maletero, "pues si entra la tercera la cuarta lleva el mismo camino", las ruedas, todo ello atado con pulpos a la puerta del maletero, las alforjas llenas y nosotros ocupábamos las plazas antes destinadas a cómodos viajeros que lo mas que llevan encima, es una cámara de fotos o video. Pues si, ahí estaban los cuatro ciclistas camino de Viñales pensando que nos depararían los próximos días.
Fidel nos dejó en una calle de Viñales donde se rentaban varias casas. Decir que todas las casas de Viñales se rentan, 20, 25 CUC son sus tarifas, pero el paso del huracán por tierras centrales y orientales había hecho que muchos turistas eligiesen como destino Viñales. Nosotros veníamos ya muy molestos de Pinar del Rió, en Viñales nos querían cobrar mas de la cuenta, algunas casa nos rechazaron, pero como siempre, en todos los lados hay gente que por muy necesitada que esté el dinero no es su fín. Tuvimos la inmensa suerte de alojarnos en casa de Yanensis y su marido Joel. Desde el principio todo fue como la seda, nunca se nos olvidaran los desayunos, compuestos de tostadas, frutas y jugos tropicales, tortilla y café cubano; sin olvidarnos de las cenas con abundantes viandas, pescado, puerco, res o pollo para elegir, arroz congrí y ese potaje de frijoles, malanga y plátano frito, como siempre acompañada de la bebida oficial de esta ruta, Cristal o su hermana mayor Bucanero, cerveza un poco mas fuerte.
Estábamos ya en Viñales y después de haber perdido toda la fuerza... el estomago nos pedía guerra, y que mejor guerra que la de un buen almuerzo en algún sitio del pueblo. Comer en Cuba es barato si sabes buscar el sitio, por menos de 30 CUC comíamos los cuatro todos los días. Después de comer otra vez el tan repetido pollo con arroz, empezamos hacer planes para por la tarde, coger un rato la bici, y visitar el valle de Viñales, pero otra vez todos estos planes quedaron reducidos por palabras. En el mismo establecimiento se nos acerco un chaval que decía ser guía oficial de caballos, y que nos ofrecía por 50 CUCdarnos una vuelta a caballo por el Valle, llevarnos a un secadero de tabaco, en el que nos iban a enseñar como era todo el proceso de secado, y para acabar bañarnos dentro de una gruta, eso sí, lo de la gruta era ilegal y se arriesgaba con su puesto de trabajo, o al menos eso decía. En principio la idea caló bien entre los miembros de este viaje, quizás el baño en la gruta era lo que más nos seducía. Pues dicho y hecho, a las cuatro y media de la tarde estábamos a lomos de unos caballos que parecían que iban a doblar de un momento a otro. Empieza el viaje, las risas y los chistes son constantes, y los caballos de vez en cuando se encabritaban y echaban a correr más de la cuenta. Mientras tanto disfrutábamos del atardecer en el valle de Viñales, plataneros, arroz, malanga y maíz, sembraban un paisaje de tierra rojiza. Así llegamos a la casa del guajiro, nos esperaba con su mujer que nos saco una taza de café a cada uno y unos trozos de piña para refrescarnos. Nos explico todo lo que se puede saber del secado del tabaco, nos regalo un puro que hizo él mismo con su tabaco, y con las mismas, nos fuimos rumbo a la gruta.
Allí nos esperaba un hombre de avanzada edad que tenía unos faroles que se cargaban con baterías. Nos adentramos en la cueva y empezamos nuestro recorrido a paso rápido, ya que se echaba la hora encima y quedaba la vuelta, las luces dejaban entrever un escenario mágico, esculpido durante miles de años dentro de ese gran Mogote, al final de la cueva nos esperaba una laguna, que pronto notó las zambullidas de nuestros cuerpos. Para los cubanos el agua estaba muy fría, para nosotros, después del calvario del calor que habíamos sufrido los días anteriores, estaba a la temperatura ideal. Nuestro baño era iluminado por latas de petróleo que encendía el guía de la cueva. Otra vez, estuvimos a punto de que nuestros planes fueran barridos por el infortunio, de las dos lámparas que teníamos para regresar una se apagó, y la otra estaba a punto de fenecer, el regreso tenia que ser rápido. Estamos hablando de una cueva que no está habilitada para que entre gente a visitarla, por lo tanto el itinerario tenía una dirección, esa era la salida, pero no tenía un camino. Nuestros zapatos pisaban por cualquier lado. En algunos sitios tenías que guardar muy bien el equilibrio para no caerte en las diferentes partes de agua que jalonaban el recorrido. Al final gracias a un consejo que se le había quedado grabado a Julio desde que llego a la isla, "no salgas de casa sin una linterna" la retaguardia estaba salvada. Al final todos salimos de la gruta y trotamos hasta nuestro punto de partida.
Al llegar a Viñales, los guías se vinieron con nosotros a echar unos tragos a la cantina donde habíamos comido al mediodía. Allí pudímos comprobar una vez más la afabilidad de los cubanos, sus gracias y sus desgracias.
Pero el día todavía no se acababa, había que cenar sobre las nueve y media y salir a conocer el ambiente nocturno de Viñales. El sitio de referencia era el Polo Montañés, local donde se reunían todos los turistas y todos los que esa noche querían sacar algo a los turistas. La entrada valía 1 CUC, y mucha gente que no disponía de esa cantidad, tena que divertirse desde la calle. Dentro, la música y el baile eran los reyes de la noche. El local era frecuentado por infinidad de jineteros que intentaban enamorar a las turistas que iban allí en su busca. Sentados en las mesas de alrededor, siendo unos negados en el arte de bailar salsa, solo nos quedaba ver como los cubanos con sus respectivas parejas, daban una clase magistral de ritmo, por nuestro lado, dábamos una clase magistral de cuantos mojitos se podían beber en una noche.

JUEVES 21 DE JULIO DE 2005 (Algo más de 30 Kms en un LADA-Moskovit ó ladrillo)
El cuerpo seguía sin dar concesiones. El estado físico no era todavía para tirar cohetes después de la monumental cagalera. Debíamos de buscar alguna solución y la mejor que encontramos era buscar un guía, y ahí es donde apareció, Jaidel, o como nosotros le bautizamos: "Jazztel". Personaje cubano por excelencia, parlanchin, alegre, amante de las mujeres y del reggaeton, todo un figura! Jazztel tenía vehículo propio, algo solamente al alcance de muy pocos en Cuba. Le propusimos la idea de llevarnos a conocer alguna playa cubana y bañarnos en el mar, algo que nos atraía desde España. Su oferta consistía, previo pago, en llevarnos hasta la playa conocida como "Cayo Jutia" a poco más de 30 kms de distancia desde Viñales, en la costa norte del país y bañarnos en aguas del Océano Atlántico (Golfo de México). Nos vendió la playa de forma magistral, como buen cubano. La realidad fue más bien otra. Playa pequeña, sin espacio para caminar, calor abrasador, muchas algas y plantas en el agua, pocas sombrillas para protegerse del tremendo sol y el agua, como la sopa! Todos los esfuerzos se concentraban en protegerse del sol, y casi se estaba más fresco fuera que dentro del agua. Si nos bañábamos era con gorra y alguno se unto crema protectora hasta en el último poro de su cuerpo.
Tan pronto como pudimos nos fuimos de aquel infierno, o por lo menos, es lo que a mí me pareció. El regreso en coche a ritmo de vatios y vatios de reggaeton recalentado y amplificado nos permitió conocer a "José Martí cara al sol". Se trata de la silueta del rostro de una persona mirando hacia arriba conformada gracias a la forma que adquiere una de las montañas del Valle de Viñales. Lo mejor quedaba por llegar. Tuvimos la suerte, antes del volver a cenar de darnos un baño reparador, y no lo que habíamos tenido en aquella playa, en un río, en un lugar conocido como "El Resbaloso". Debajo de un puente, se conformaba un pequeño pozo, que hizo las delicias de los sufridos ciclistas. El agua no estaba caliente!!! Eso sí fue disfrutar.
Como no habíamos comido en todo el día y ya había hambre decidimos sacar unas viandas de nuestras mochilas, algo de jamon, chorizo, lomo que compartimos con Jazztel. Jamás se nos olvidará la cara y las expresiones de nuestro guía cuando probó el jamón ¡Esto si es calidad! ¡Pero si me dura el sabor todo el día! ¡Que calidad! No paraba de repetir.
De regreso, y ya anocheciendo, despues de bebernos todas las cristal que pudimos, primero en "El Palenque" (una cueva transformada en discoteca) y después en la Cupet de Viñales, regresamos a cenar a nuestras casas más contentos que unas castañuelas. Después unos salieron a su cita ineludible con el Polo Montañés, la salsa y los mojitos y otros a dormir la mona.

VIERNES 22 DE JULIO DE 2005 (40 Kms)
Hoy decidimos hacer un tour turístico a lomos de nuestras máquinas a lo largo del precioso Valle de Viñales. Después de desayunar nos dirigimos hasta el Hotel Los Jazmines. Este hotel se encuentra situado en un lugar privilegiado, en lo alto de una loma, a las afueras del pueblo. Desde allí se puede disfrutar de unas vistas que nos descubren los encantos del Valle. La foto es de obligado cumplimiento. Desde el mirador descubrimos la estupenda piscina del hotel ¿que mejor forma de combatir los calores?.... Por 5 CUC por persona tuvimos derecho al acceso y a 3 cervezas por barba. ¡Que más se puede pedir! Entre chapuzon y chapuzon, cristal y cristal, nos dieron las 5 de la tarde. No sin grandes esfuerzos conseguimos salir de la piscina y nos encaminamos hasta el Mural de la Prehistoria. Un mural realizado con pintura en la piedra descubierta de una de las montañas aledañas. No merece la pena pagar y entrar en el recinto, desde fuera se ve el mural con toda nitidez. Desde el mural decidimos adentrarnos por la carretera que conduce hasta la Cueva del Indio, muy cerca del Palenque. Lo cierto es que no visitamos esta cueva, preferimos dar un paseo reparador en bici disfrutando del entorno, la tranquilidad y la vegetación. De nuevo, de vuelta a las casas al anochecer, cenar y esta vez todos al Polo Montañés a disfrutar de nuestra última noche en Viñales. Pudimos alucinar con la portentosa habilidad para el baile de los cubanos y cubanas. El ritmo forma parte de ellos. Las piernas, los pies, las caderas, los brazos en movimiento constante al ritmo de son y salsa.
Al día siguiente tocaba el regreso a La Habana. Ya habíamos apalabrado con Jazztel el viaje, el precio y la forma de proceder....... Al día siguiente nos esperaban nuevas aventuras.

SÁBADO 23 DE JULIO DE 2005 (200 kms)
Las cosas empezaban pintando mal. Habíamos quedado con Jazztel a las 10 de la mañana como hora de partida. Cargaríamos las 3 bicicletas (la cuarta bici se la habíamos regalado al hijo pequeño de la casa donde nos habíamos alojado, nunca olvidaremos la cara de gratitud de aquel muchacho) más los equipajes en el viejo LADA, en la parte trasera de la casa, al resguardo de miradas curiosas. No hay que olvidar que lo que hacíamos era ilegal. Viajabamos en un coche privado, propiedad de Jazztel. No contratábamos un taxi estatal o un servicio público. Era un viaje pirata y si nos pillaban, a Jazztel se le caía el pelo (multa muy sustanciosa y arresto) y nosotros nos quedaríamos tirados en la cuneta de una carretera. Sin ningún problema a nivel legal pero al fin y al cabo, tirados. Tuvimos que ir retrasando la hora de partida debido a que un coche de policia vigilaba la salida de nuestra calle. Después de más de una hora pudimos salir. ¡Empezaba el viaje!. A las primeras de cambio tuvimos que sortear un control de policía en plena carretera gracias a que Jazztel llevaba los cristales de atrás tintados y nos hacía subirlos ante cualquier sospecha pese al calor que hacía. Lo cierto es que no éramos conscientes de que la mitad de las bicis asomaban por el maletero, iban mas bien fuera que dentro. La tensión se mascaba en el ambiente. ¿Qué mejor forma de disiparla que parar de nuevo en el ranchon en el que habíamos estado en la ida y matar nuestra sed y hambre? Que gran elección! Con el estómago lleno y con unas cuantas cervezas cada uno, la tranquilidad se apoderó de nosotros y el viaje se hizo mucho más llevaderó, las cosas se veían de otra forma. Nos dejó de preocupar la policía a todos, y cuando no hay miedo la suerte te acompaña. Jazztel, hombre de pueblo al fin y al cabo, había quedado con un amigo a la salida de La Habana, en plena autopista, con objeto de que nos ayudara a entrar a la ciudad ya que él no conocía la urbe. Dos horas después de lo previsto nos topamos con Angel en la mediana de la autopista moviendo los brazos enérgicamente señalando el bar del campismo donde nos esperaba para refrescar nuestra sed. Aquello fue nuestra perdición! Después de aparcar el coche en la mediana... a beber de nuevo. Ahora ya si que no sería capáz de decir las cervezas que pudimos tomar. Angel, hablaba y bebía por los codos. Llegados a un punto subimos al coche más que contentos y seguimos la fiesta en los Lada, camino de La Habana. Las latas de cerveza iban y venían de un coche a otro y el reggaeton y nuestras cabezas también. Conseguimos entrar en la ciudad a la caída del sol. Nos habíamos repartido en los dos coches y los del coche de Jazztel seguíamos como podíamos el rastro de Angel. Pero a Angel le gustaba más beber cerveza que conducir. Y de nuevo otra parada para beber y beber... Llegados a un punto creo que estábamos todos borrachos pero todavía quedaban fuerzas para visitar la casa de Angel, al final del Malecom, antes de llegar a nuestra casa, en el barrio del Vedado acompañados por nuestro nuevo amigo cubano, Jazztel ya había iniciado el viaje de regreso a Viñales. Que odisea! A partir de aquí, lo que puedo decir es que terminamos a las 4 o 5 de la madrugada dirigiendo el coche de Angel por la calle de nuestra casa, sujetándole el volante con los brazos desde fuera del coche porque no era capaz de seguir una linea recta. Su "ladrillo" se iba una y otra vez contra los coches que estaban aparcados a ambos lados de la calle, Angel no era capáz de levantar la cabeza del volante y la colisión era casi inevitable. Al fin le hizimos despegar, unos orientándole el coche de frente, sujetándole el volante firmemente desde la ventanilla, otros gritándole y dándole instrucciones para la "dificil maniobra"... La cuestión es que después de unos cuantos intentos, consiguío girar al final de la calle. Allí le perdimos de vista ante nuestras miradas incrédulas, creo que todos pensamos lo mismo: "No puede llegar muy lejos..." y lo cierto es que no volvimos a saber nada de él.

DOMINGO 24 DE JULIO DE 20005
Que mejor remedio para combatir una resaca que visitar un museo... Pues bien eso es lo que hicimos el día después de la gran odisea. Visitamos el Museo de La Revolución. Se encuentra situado en la Calle Refugio nº 1 e/ Monserrate y Zulueta, en la Habana Vieja. Inicialmente se levantó para el gobierno provincial habanero, pero se terminó en 1920 para Palacio Presidencial.
Fue sede del gobierno durante más de cuatro décadas. Allí se conformaron los destinos de un país, pleno de contradicciones entre los intereses nacionales y la política oficial comprometida con los Estados Unidos. El 13 de marzo de 1957 un grupo de jóvenes revolucionarios atacó el Palacio Presidencial con el objetivo de ajusticiar al dictador Fulgencio Batista. La acción fracasó pereciendo la mayoría de los jóvenes asaltantes. Este episodio, conjuntamente con el ataque al Cuartel Moncada, constituye un fundamento de la última etapa insurreccional cubana.
Actualmente el Palacio Presidencial alberga el Museo de la Revolución, con una muestra que abarca desde los inicios de Cuba como nación hasta nuestros días. Merece la pena visitarlo si se quiere entender la historia de este país. En el museo nada de aire acondicionado, que caloor...
Después de empaparnos bien de las aventuras y desventuras de José Martí héroe nacional, Cienfuegos, El Che, Fidel, etc. decidimos visitar el mercadillo. Allí pudimos hacer algunas compras. Cuadros, bisuteria, trabajos en madera, recuerdos, todo en un ambiente muy distendido y agradable que dota a este lugar un atractivo especial.
Y al anochecer que mejor que tomarnos las últimas cervezas y mojitos en nuestro lugar favorito; El Tejadillo. Embriagados por la potente voz de Marcos Perdomo Jr y las interesantes charlas que tuvimos el privilegio de compartir con los músicos sobre los orígenes y estado actual de la música cubana, no podíamos pedir nada más para terminar el día.

LUNES 25 DE JULIO DE 2005
El lunes fue un día tonto. Nuestro colega y guía en Cuba, Julio, partía un día antes. La adaptación de Julio a este país fue absoluta a lo largo de todo el viaje. Él ya había visitado anteriormente Cuba, pero aún así, su comunión con la vida habanera, la forma de vida y el ritmo cubano fue absoluto. Nos fue de gran ayuda para los que llegabamos de nuevo y todavía no contábamos con las mañas suficientes como para salir al paso en determinadas circunstancias que más tarde fuimos conociendo y aprendiendo por nosotros mismos. El simple hecho de dar esquinazo a un "centrifugador"(nombre que les pusimos a los cubanos busca-vidas que intentan acercarse al turista para enseñarle la ciudad o venderle algo con el ánimo de sacar algún tipo de ganancia económica o invitaciones varias) resulta difícil al principio. Pasados unos días es el propio "centrifugador" el que capta tu "mayor experiencia" y no te aborda tanto como recién llegado.
Después de comer todos juntos en un restaurante cerca de nuestra casa recordando todo lo que habíamos vivido, contar anécdotas, recrear situaciones, y como no, poner encima de la mesa nuevos proyectos, soñar con nuevos viajes, planear nuevas andaduras, en definitiva sacar a relucir nuestro incansable espíritu aventurero, despedimos a nuestro amigo camino del aeropuerto deseándole buen viaje y pensando siempre en... ¿dónde será la próxima?

MARTES 26 DE JULIO DE 2005
Regreso a Madrid del resto del grupo.

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