Miralrio-Lanestosa (De Guadalajara a Euskadi)
Con este trazado, siempre por carreteras secundarías de muy poco tránsito, hemos atravesado la mitad norte peninsular comenzando en Guadalajara, atravesando Soria, llegando a la provincia de Burgos que hemos recorrido prácticamente desde el sur hasta el norte, descubriendo su vasta extensión, y desembocando en Las Encartaciones, ya en Euskadi. Han sido 450 kms recorridos en 8 días que han dado para mucho, que nos han permitido descubrir lugares maravillosos, conocer todo tipo de gentes y vivir experiencias que no olvidaremos.
Esta es una ruta muy recomendable para aficionados a la bici que en una semana quieran disfrutar de una pequeña aventura que mayormente discurrirá por tierras castellanas, sobre todo burgalesas, desembocando en la Cordillera Cantábrica, ya muy cerca del mar.
9 de septiembre de 2008
Miralrio- Hiendelaencina. 31 kms. 2 horas (Tiempo Real Bici)
Decidimos tomarnos el primer día con tranquilidad. Comenzamos la ruta por la tarde.
Salimos desde Miralrío sobre las 6 con un tiempo un tanto desapacible. Nublado, amenazando lluvia, poca luminosidad, viento... Estamos a 1.050 mts, por lo tanto debemos bajar hasta Jadraque antes de dirigirnos hasta el pueblo de La Toba, en las primeras estribaciones del Embalse de Alcorlo. La bajada, tiene su encanto, es imposible que el estupendo castillo de Jadraque, erigido en un lugar privilegiado, no llame la atención del viajero. Se llega pronto a La Toba por carreteras comarcales donde no se ve ni un alma. A la altura de Congostrina ya ha empezado a llover. Nos vemos obligados a refugiarnos en una pequeña ermita pegada a la carretera antes del último esfuerzo de camino a Hiendelaencina (1.086 mts), pueblo conocido mas bien por Las Minas atendiendo a su pasado volcado a esta actividad. Entre esperas por que amanse la lluvia y desniveles finales llegamos con la noche echada. Suerte que todavía nos sirven unos botellines en uno de los bares de la plaza antes de buscar cobijo para pernoctar. Empezamos bien, el alcalde del pueblo atentamente nos ofrece las dependencias bajas del edificio del ayuntamiento para resguardarnos de la lluviosa noche.
10 de septiembre de 2008
Hiendelaencina- Quintanas de Gormaz 74 kms. 4 horas (TRB)
A poco de salir de Hiendelaencina por la CM 1001 divisamos los restos de lo que en su día fueron minas de extracción de minerales que tanto ayudaron al desarrollo y al aumento demográfico del pueblo, ahora desprovisto de identidad y casi de gentes.
Dejamos también atrás el Embalse de Pálmaces y nos acercamos a las tierras por donde discurre el Bornova y el Cañamares, que atravesamos antes de llegar a Naharros.
A nuestra izquierda dejamos la elegante Sierra del Alto Rey y a la derecha la de la Bodera de camino a la monumental Atienza, antes de transitar por la pobre e inhóspita Sierra de la Pela ya conocida por nosotros que valoramos lo de pobre e inhóspita, y también el maravilloso románico que atesoran sus pueblos (Albendiego, Campisábalos, etc). ¿Y que decir de Atienza? asentada a la salida del sol al pie de su monumental castillo roquero, cabecera de una comarca diversa cuya altitud media sobrepasa los 1.100 metros sobre el nivel del mar de temperaturas frescas o frías según la época del año y declarada monumento Histórico-Artístico Nacional en 1962, por decir algo. Como dato anecdótico, añadir que el trayecto desde Atienza hasta Retortillo de Soria, que es el que debemos hacer, coincide con la etapa 9 de la Ruta de la Lana.
Salimos de Atienza camino de la frontera con Soria previo ascenso al primer puerto de la ruta, el de Miedes de Atienza. Antes tomaremos la CM 1005, donde nos toparemos con una cantera en la misma margen de la carretera camino de Alpedroches. Esto supondrá tráfico de camiones, polvo, firme bacheado. Algo con lo que no contábamos y que romperá la tranquilidad que hasta aquí nos acompañaba. Antes de “pegarnos” con el puerto de Miedes visitaremos el bonito pueblo de Miedes de Atienza con sus estupendas casas de piedra escrupulosamente labradas. El puerto serán poco más de 5 kms con unos desniveles medios del 6%, que para llevar bien cargadas las alforjas, se hacen pesados.
Una vez coronado el puerto, y con ello la Sierra de la Pela, solo queda dejarse caer para adentrarnos en tierras sorianas y llagar al primer pueblo de esta provincia, Retortillo de Soria, donde comeremos en el restaurante “El Cazador”, de buen provecho. Esta pequeña y acogedora villa de casas blasonadas, próxima a la vía romana que unía Segontia, la actual Sigüenza, con Tiermes, tiene encanto por sí misma, a pesar de estar a la sombra de su histórica vecina. Igual que sus dos elevadas puertas de entrada flanqueadas por enormes torreones cilíndricos, que recuerdan su señorío, también la rodean cerros y arroyos. Cuentan los retortillenses que su Vega es la mejor de Europa para la codorniz, y lo prueban los que se desplazan hasta ella. Precisamente durante la comida pudimos escuchar animosas conversaciones de cazadores de codorniz que atestiguan dicha fama, aunque por los comentarios, se dejaba entrever que las piezas ya no se cobraban con la alegría de antaño. Entre paseos y comentarios por las calles del pueblo en horas de digestión hacíamos nuestras disquisiciones a la altura de la Plaza del General Franco de dicha localidad.
Todavía quedaba mucho por delante en la jornada de hoy, y nuestro objetivo era llegar hasta el encuentro con el Duero haciendo
el mayor número de kilómetros posibles. Y bien que lo hicimos, ya en terreno más llevadero pasamos por Sauquillo de Paredes y Nograles antes de hacer una parada de avituallamiento en Recuerda, donde pudimos presenciar un animoso partido de frontenis, que no frontón. Que al frontón no se juega con raquetas de tenis.
Nunca se me olvidará, antes de bajar a Recuerda las vistas del Castillo de Gormaz, erigido en un promontorio realmente de película medieval.
La idea era dormir en Gormaz, que se encuentra nada más pasar el Duero. Nos fue imposible por lo pequeño del pueblo y las pocas posibilidades de buscar cobijo, así que nos dimos media vuelta y con las mismas probamos suerte en el pueblo anterior, Quintanas de Gormaz. Su pequeña ermita a la entrada del pueblo era lo que buscábamos, y si además, también encontramos un bar abierto donde poder digerir religiosamente nuestros botellines de rigor en compañía del paisanaje.
11 de septiembre de 2008
Quintanas de Gormaz – Cañón Rio Lobos 43 kms. 3 horas (TRB)
Nos desperezamos después de una fría noche en Quintanas, donde si tenemos que destacar algo, es las escuelas. Nos comentan los paisanos que se cerraron el año pasado; “ya no quedan niños” dicen resignados. El edificio, una autentica joya digna de mención y de visita.
La idea para hoy es llegar al Burgo de Osma para disfrutar de su gastronomía y de su historia, algo bastante asequible teniendo en cuenta que solo son 15 kms de terreno favorable.
El nombre de Osma proviene de la antigua Uxama, localizada sobre el cerro conocido como El Castro. El origen de este asentamiento data de la Edad del Hierro (siglos VI-II a.C.) en un poblado habitado por arévacos, uno de los pueblos celtibéricos que se opuso al imperialismo romano a lo largo del siglo II a.C. Tras la conquista romana, Uxama se convertirá en uno de los principales núcleos urbanos de la provincia Tarraconense. El Burgo una localidad llena de historia para visitar con tranquilidad, tiempo y cámara de fotos en mano, algo que a los alucheros nos es muy propio.
Y para después de comer el objetivo es claro, llegar hasta el Parque Natural del Cañón del Río Lobos, donde dormiremos vivakeando, que al fin y al cabo es lo que más nos gusta, disfrutar de un entorno tan privilegiado y a ser posible lo más próximos de la bellísima ermita románica de San Bartolomé. Seguramente esa fue una de las noches más mágicas del viaje junto con San Pantaleón de Losa, noches que nunca olvidaremos.
Visitar una ermita románica por la noche es algo difícil de describir.
12 de septiembre de 2008
Cañón Rio Lobos - Castrovido 60 kms. 4 horas (TRB)
Si la noche de Quintanas fue fría, no sabría qué decir de la del cañón. Precisamente, eso, dormir en el Cañón del Río Lobos es dormir dentro de una “turbina” de aire frío resoplando toda la noche. El frío y el viento han sido uno de los grandes problemas de este viaje. Por ser la primera quincena del mes de septiembre nos hemos confiado, y las estepas y serranías castellanas no están teniendo piedad de nosotros.
Salir pedaleando del cañón con los huesos fríos, el cuerpo destemplando, y las mismas ropas con las que nos metimos dentro del saco la noche anterior, es una experiencia poco recomendable para “espíritus acomodados”. Menos, si cabe, tener que subir, como primer bocado, el Alto de la Galiana. Son poco menos de 3 kms, pero bastante empinados. Eso sí, las vistas del pueblo de Ucero y todo el entorno circundante desde el mirador del Alto, gratifican al viajero, que siempre se queda con lo bueno. Y a nuestras espaldas, a lo lejos… la Sierra de la Demanda, ya en la provincia de Burgos, hacia donde nos dirigimos. Pero ahora solo pensamos en llegar a comer a una hora prudencial. San Leonardo de Yagüe, tierra de extensos bosques de pinos que representan una de las mayores manchas verdes del territorio peninsular nos espera.
Después de digerir una apetitosa comida y de que nuestro compañero Javi reparase un pinchazo para empezar a entrar en calor, solo queda despedirnos de San Leonardo, abandonar tierras sorianas y entre pinos, adentrarnos en territorio burgalés. Ahora toca subir y disfrutar de extensos pinares acompañados por el río Arlanza. Esta es una parte muy atractiva que nos conducirá hasta Palacios de la Sierra, pueblo elegido para aprovisionarnos, que después de tanto tiempo “emboscados” nos empiezan a escasear los víveres. Una vez cargadas las alforjas y remontando el Arlanza por la BU 8221, llegamos a Castrillo de la Reina. Cuando el sol empieza a aproximarse lentamente al horizonte a medida que va cayendo la tarde, se va haciendo necesario pensar dónde vamos a dormir. Haremos un último esfuerzo para llegar a Salas de los Infantes atraídos por su pasado romano. Las huellas romanas son abundantes en Salas, pero quizá poco conocidas. Podemos asegurar la existencia de una importante villa romana (quizá del siglo I d.C.). Muy interesante es el excelente tramo de calzada ubicada tras el colegio San José, fragmento de la vía que unió Clunia con La Rioja, calzada por la que, camino de Numancia, es probable que transitara Escipión con sus legiones. Al final Salas no nos parece el lugar idóneo para dormir. Ya no estamos acostumbrados a pueblos “tan grandes”. Decidimos salir de Salas por el carril bici que transita pegado el río hasta el pequeño pueblo de Castrovido, 3 kms más adelante. El pequeño jardín cercado que queda frente de su iglesia nos parece el lugar perfecto para descansar al abrigo de las estrellas.
13 de septiembre de 2008
Castrovido - Belorado 77 kms. 4 h 30 min (TRB)
En la etapa de hoy nos adentraremos en el corazón de la Sierra de la Demanda. Y la de los ríos. El Pedroso y el Urria antes de llegar a Barbadillo del Pez, que se encuentra al inicio de la carretera del Valle de Valdelaguna. El Pedroso cruza el pueblo dividiéndolo en dos partes. Hasta hace unos años era muy famoso por sus truchas. Empieza la etapa a ponerse complicada, no hacemos más que subir, con pocos desniveles pero siempre picando para arriba, y tiene pinta de seguir haciéndolo. Se empieza a sentir la fatiga de la acumulación de kilómetros y días, pero el viajero se queda con lo bueno, que siempre está por llegar. En este caso, Riocavado de la Sierra. Sobre una suave loma, dominando el pueblo, se levanta la Iglesia de Santa Coloma, bello ejemplar del románico y de la Sierra. Todo ello enmarcado en un magnífico entorno natural, ahora podemos disfrutar.
Saliendo de Riocavado es mejor no pensárselo mucho, debemos seguir subiendo y dar cota al Puerto del Manquillo a 1.400 mts después de aproximadamente 6 kms. Arriba del puerto un cartel nos indica el trayecto de la Via Verde de la Demanda que pasa justo por este punto.
Ahora solo quede descender en compañía del Arlanzón hasta Pineda de la Sierra, localidad de triste recuerdo para todos, que de no ser por la galería porticada de la iglesia no merece la pena ni detenerse en este pueblo tan poco hospitalario con el viajero y de gentes tan mal educadas. Una pena.
Echando pestes, algunos ya después de 2 visitas el mismo año al pueblecito en cuestión, que ya es mala suerte, olvidamos y pedaleamos que es lo nuestro. Bordeamos el Embalse de Uzquiza antes de girar dirección Este, hacia la Reserva de San Millán. Una maravilla de naturaleza y grandes montañas que tenemos el gusto de presenciar a la vez que descendemos y descendemos hasta llegar a Valmala, también con iglesia y ábside románico muy destacable. La etapa se empieza a hacer larga y aconsejados por los paisanos decidimos hacer un esfuerzo para dormir en Belorado. “Todo es bajar”, nos dicen. De noche entramos en Belorado, enclavado en el Camino de Santiago con lo que todo ello supone. Por probar la experiencia de dormir en un albergue de peregrinos y darnos una ducha después de unos cuantos días nos toca cenar a toda pastilla, acostarnos a las 10 de la noche y levantar el campamento a las 8 de la mañana una vez soportadas las gilipolleces de los peregrinos de pastel. Los de llenarse la boca de “¡buen camino!”, y luego hablar por el móvil en plena noche, escuchar música a toda hostia, despertarse como un rebaño de cabras. Otra experiencia desagradable, que de todo tiene que haber en la viña del Señor, nunca mejor dicho.
14 de septiembre de 2008
Belorado – Frías (Camping) 75 kms. 4 h 15 min (TRB)
Del albergue te ponen en la calle antes de que cante el gallo y a las 8.30 de la mañana en tierras de la Bureba hace mucho frío. Belorado duerme. Solo despiertan al alba los peregrinos y los alucheros expulsados de su refugio, si por ellos fuera...
Tan dormido esta el pueblo que ni siquiera es posible tomar un buen desayuno. Sobre todo café caliente para entrar en calor. Bueno, las morcillas nos esperan en Briviesca, lugar elegido para tomar fuerzas. Se nos hace larga y pesada la travesía hasta llegar a Briviesca. Castil de Carrias, Carrias y Bañuelos de Bureba, pequeños pueblos salpicados por tierras de páramos, carreteras sin coches, frío mañanero y algún que otro inoportuno altillo que nos hace emplearnos con pocas ganas y algún que otro sudor.
Briviesca es una localidad bien grande para lo que estamos acostumbrados. Aprovechamos para sacar algunas perras y almorzar como dios manda. Y desde aquí, puerta de entrada a La Bureba, basta extensión.
Carreteras tranquilas, de las de “firme antiguo”, cerretes, llanuras y pueblines. Pasamos lentamente (siempre visitando las iglesias cuanto menos) por Quintanillabon, La Vid de Bureba y Busto de Bureba. Y ahora nos asaltan las dudas. Por un lado, necesitamos comer antes de afrontar los casi 6 kms de ascensión del Portillo de Busto, salida de la Bureba y mirador natural de la misma. Por otro lado, consultando nuestros libros vemos que en un pueblo próximo, Soto de Bureba, se encuentra una de las iglesias más destacadas del románico burgalés. No lo podemos dejar pasar. La visitamos sacrificando la comida. Nos conformaremos con unas bolsas de cereales, algo de queso, pan duro, sardinas y agua caliente de bidón. La iglesia merecía el esfuerzo. El mismo que tendremos que hacer hasta el Portillo de Busto. Las vistas son reconfortantes. Ya solo queda dejarse caer por el maravilloso Valle de Tobalina disfrutando del paisaje (mapas) hasta llegar a la monumental Frías, una joyita. Como recompensa dormimos en el camping, muy cerca del río y de uno de los mejores puentes medievales de España, casi nada.
15 de septiembre de 2008
Frías – San Pantaleón de Losa 35 kms. 2h 30min (TRB)
Lo cierto es que se portaron bien con nosotros en el Camping de Frías. Nos dejaron una tienda para protegernos del rocío y la humedad tan próximos al río que estábamos, gracias a eso, y a la buena cena que digerimos en el pueblo dormimos a pierna suelta. A la mañana siguiente un buen desayuno en el restaurante del camping y a comer a Trespaderne, Trespa para los amigos. Son 15 kms los que separan ambos pueblos, una distancia estupenda para hacer una poco de hambre antes de llegar al estupendo y muy recomendable Hostal José Luis con una gastronomía muy cuidada.
Después de comer y para hacer la digestión... subirnos a la bici y pedalear. Pasando por La Orden y Pedrosa de Tobalína, visitando sus iglesias, ya solo queda dejarse llevar a la par del río Jerea en un agradable paseo a lo largo del Valle de Losa hasta llegar a la ermita de San Pantaleón de Losa, lugar elegido para dormir. Allí, encaramados en lo alto de una enorme peña saliente, en un lugar de indescriptible belleza y misterio. Esta fue otra de las grandes noches de la ruta y de las grandes ermitas románicas. No veréis una ermita cualquiera, ésta se encuentre enclavada dentro del recinto de un castro de la Edad del Hierro (cultura de origen céltico) otorgándola una leyenda oculta y un cierto halo mágico.
16 de septiembre de 2008
San Pantaleón de Losa - Lanestosa 70 kms. 3h 40 min (TRB)
Hoy es el último día y algunos experimentamos una sensación rara, alegría por terminar y completar una ruta estupenda, y tristeza porque lo bueno toca su fin. Pensábamos que la última etapa iba a ser un simple paseo, al final se nos hizo mas larga y dura de lo esperado. Desde San Pantaleón debemos volver sobre nuestros pasos en dirección a Quintanilla, Criales y Bóbeda de la Ribera antes de llegar a La Cerca y visitar su iglesia. El terreno es bello pero se hace duro subir unos cuantos cerros, algunos con fuertes desniveles, obligados a desviarnos por unas obras. Además nos equivocamos de
dirección al salir de La Cerca, cogemos dirección Villamor en vez de ir a La Riva. Kilómetros de más que no apetecen. Y desde La Riva hasta Tabliega, última iglesia románica de la ruta , y por eso, también se hace especial.
Desde Tabliega queda lo peor. Salir a la pestosa N-629, cargada de tráfico y de “conductores con prisas”. Ahora el objetivo es hacerse los kilómetros que quedan hasta la gasolinera de Bercedo lo más rápidamente posible para evitar ser atropellados. Ya no estamos acostumbrados a este tipo de carreteras tan transitadas, tan nerviosas. Llegamos no sin dificultades a la gasolinera donde tenemos que reponer fuerzas. Alguno llega realmente descompuesto. Los bocatas, las birras y el sosiego del bar nos recomponen.
Desde aquí dirección a Agüera, ya mucho mas tranquilos de tráfico, pero siempre picando un poco para arriba y con el viento de cara, así hasta el mirador de el puerto de Los Tornos. Unas vistas que emocionan. Todo cambia. Paisaje montañoso y verde .Un gustazo. Entramos en Las Encartaciones por la puerta grande, por Lanestosa en el extremo más occidental de la provincia. Lo hacemos como reyes, descendiendo por la ruta que 1556 remontó Carlos V después de un reinado de 40 años. Su último viaje que le conduce a su retiro en el Monasterio de Yuste. Y nuestro viaje termina justo donde empieza Bizkaia, otro paraíso. Tiempo habrá de contar nuevas historias en estas nobles tierras.