De Donosti a Zaragoza. Surcando las cimas de los Pirineos. Parte 1

PREAMBULO

Llevábamos los Alucheros varios años barruntando la posibilidad de acometer alguna de las grandes cimas de los Pirineos a lomos de nuestras burras cargadas con sus correspondientes 20-25 kilos. Ya habíamos subido alguno de los colosos pirenaicos sin carga con el ánimo puesto en las hazañas de nuestros grandes mitos y en las grandes etapas del Tour de Francia. Nuestra propuesta quería ir más allá. Queríamos viajar por los Pirineos con nuestras bicis con alforjas, queríamos trasladar la aventura  en su máxima dificultad por las tierras pirenaicas.

Col de AouskyA lo largo de este viaje y fundamentalmente en la zona pirenaica hemos podido ver ciclo turistas, pocos con alforja y aquellos que las llevaban con mínima carga. Esto nos hizo reflexionar sobre si habíamos emprendido el viaje adecuado o nos habíamos dejado llevar por una propuesta que se prometía intensa y que nos fue mostrando cada día la osadía que suponía abordar los Pirineos con las alforjas cargadas. Sin duda esta reflexión caló sobre los Alucheros y se fue disipando con los días cuando abordamos las más cómodas tierras aragonesas.

Lo que difícilmente podremos olvidar será la intensidad y la belleza de esta ruta, a la que añadida su extrema dureza nos dejará un poso de leyenda en los Alucheros y probablemente marcará un antes y un después en las rutas Alucheras.

Después de 523 kms y con el recuerdo aún presente, uno siente que esta ruta fue distinta  y que exprimió cada uno de nuestros sueños hasta dejarnos exhaustos en el descanso del guerrero, eso sí, un guerrero sobre dos ruedas y cuyas únicas armas son una multitud de aparatos electrónicos que sirvieron para dar cuenta de cada uno de los kilómetros.

DONOSTI - SAN JUAN DE LUZ (ERROMARDIE). 48,3 KMS

Llegamos a Donosti, con el corazón sediento de aventura, y como no, mucho más tarde de lo previsto, cuando el sol  algo ausente en estas tierras, golpeaba con su máxima intensidad.

Donosti se encontraba en fiestas, y las calles borboteaban de gente y de algarabía. Esta ciudad cuando el tiempo le acompaña es una ciudad sumamente bella. La luz recorre cada una de sus calles, se aprisiona en el casco viejo y alumbra todos los recovecos. La Concha presume con toda su arrogancia y sus playas se muestran inmensas y plenas de gente.

Alucheros del Pedal en DonostiNuestra primera parada fue en el Kursal, donde dejamos la correspondiente huella fotográfica: Comienza el viaje.

Buscamos el carril bici que nos acompañaría gran parte de nuestros primeros kms y salimos de San Sebastián. Es un acierto y una envidia poseer un carril bici que te permita visitar los núcleos urbanos cercanos evitando las carreteras que cerca de las grandes ciudades suelen tener bastante tráfico.

Continuamos por el carril bici hasta llegar a Pasaia, pasamos por su bahía y podemos observar las huellas que los puertos dejan sobre el paisaje y el amargor del hierro sobre el mar.

Con las notas de Kortatu presentes en nuestra memoria, continuamos por el carril bici destino a nuestra siguiente localidad Errentería. Errentería una ciudad antaño dura y que nos pareció un lugar amable y cercano a los viajeros. Dimos cuenta de un austero almuerzo y tomamos la decisión de no subir Jaizkibel. Habíamos planeado subir este puerto antes de pasar a Francia en un pequeño desvío  para conocer de primera mano, gota a gota de sudor la famosa subida de la clásica de San Sebastián.

El día iba ya muy avanzado y la subida al puerto que cuenta con algunas rampas considerables nos hubiera impedido cumplir nuestra primera etapa. Decidimos por tanto seguir sin pausa hasta Irún, en este caso ya tenemos que abandonar el carril bici y coger una carretera donde el aliento de los coches ya nos golpea.

Irún tiene la certeza de las ciudades fronterizas, tiene marcada en sus carnes muchas historias, muchas ausencias. La falta de frontera física la ha dejado como algo perdida, sin tener muy claro donde está cada una de sus orillas.

Frontera de HendayaCruzamos la frontera como quién cruza una calle, junto a las vías del tren de Hendaya testigo  de momentos más cruciales y que ahora se conforma con el paso cauteloso de los Alucheros.

Hendaya nos muestra su angosta bahía de Chingoudy y nos deja otear justo enfrente a su hermana  algo más bella y esbelta, Hondarribia. Hendaya mantiene los grandes caseríos que se acercan al mar, las grandes mansiones que nos muestran su no muy lejano esplendor y  el lugar donde la burguesía francesa venía a buscar los últimos rayos de sol.

De Hendaya a San Juan de Luz no hay muchos kilómetros, nosotros elegimos la ruta que bordea la costa, un camino de colinas con repechos y pequeños descensos, que martillea nuestras ya cansadas piernas. Es última hora de la tarde y el tráfico es abundante, eso nos impide disfrutar del paisaje y del mar que aparece y desaparece frente a nuestros ojos.

Llegamos a San Juan de Luz con el día ya acostándose y podemos observar en su máxima plenitud los matices y colores que el atardecer deja sobre la ciudad. Entendemos el apellido que lleva esta ciudad que como Hendaya mantiene el sello de un pasado lujoso. Continuamos bordeando el mar en busca del aposento de nuestro primer día .

El día da paso a la noche y llegamos a un barrio a las afueras de San Juan de Luz, Erromardie. Esta noche dormimos en uno de sus campings, el camping de Ferme Erromardie. Se trata de un camping situado en una zona donde confluyen varias instalaciones de este tipo , muy cerca del mar y en un lugar con cierto ambiente para estar en tierras galas, quizá por la cercana presencia de nuestros bares que le han contagiado cierta vida nocturna. Nada especial , pero justo lo que necesitábamos.

Después de una frugal cena, al saco y a depositar nuestro huesos sobre el duro suelo que los primeros días es poco agradecido.

Hoy sin duda la luz ha sido el protagonista del viaje, pronto dejaremos atrás el mar y nos adentraremos por espesos bosques.

ETAPA 2.  SAN JUAN DE LUZ - ERRAZU. 52,73 KMS

Salimos de Erromardie, en las afueras de San Juan de Luz, con el ánimo aún intacto del viaje recién emprendido.

Rápidamente dejamos el acompañamiento del mar y nos dirigimos por un terreno de repechos interminable, que nos conduce al histórico territorio vascofrancés, en el departamento de los Pirineos Atlánticos.

Ascain en FiestasEl primer pueblo de relevancia que visitamos fue Ascain, allí tuvimos la oportunidad de disfrutar de la villa en plenas fiestas. Junto a su magnífico frontón en medio de la plaza pudimos saborear la esencia de un pueblo vascofrancés, con semejanzas y diferencias respecto a sus homólogos del otro lado de los Pirineos.

Partimos de Ascain para llegar a afrontar la primera dificultad montañosa: el alto de San Ignacio. No es un puerto muy relevante, si no fuera por el peso de las alforjas, que siempre mina las fuerzas del viajero. El alto tiene 5 kms., dos de ellos al 7% y el resto en porcentajes cercanos al 5%.

Al llegar arriba del puerto nos encontramos con el tren cremallera de Larrun, de 1924, que te sube a la cima de dicho nombre desde el cual se podrá disfrutar de una vista de las playas de las Landas como de la costa vasca, e incluso de las cimas de los Pirineos.

Tomamos aliento y nos dirigimos al siguiente pueblo, esta vez desciendo entre bosques por una carretera estrecha y con abundante tráfico.  En estos casos, es cuando uno puede constatar el respeto de los automovilistas hacia el viajero sobre dos ruedas. Tienen la paciencia obligatoria para adelantarte sin riesgo y evitar expulsarte de la carretera.

Llegamos a Sare (Sara en euskera), una de las villas catalogadas como uno de “los pueblos más bonitos de Francia”.La principal calle de Sara está declarada Conjunto Monumental por la belleza y conservación de la tipología arquitectónica labortana. Partiendo de la plaza frente al frontón se sitúan el ayuntamiento porticado, la Iglesia de San Martín y varios edificios de interés, muchos de ellos con placas conmemorativas o alusivas a habitantes ilustres o destacados.  Para los amantes de la espeleología cuenta en su cercanía con la cueva de las brujas de Zugarramurdi, así como las cuevas prehistóricas de Lezea.

SaraEn Sara degustamos una frugal comida que digerimos a las pocas pedaladas. Partimos de allí con la digestión asentada en el estómago en busca de la frontera que nos llevaría al valle del Baztán, el primer valle navarro que visitaríamos en este viaje.

Justo en la frontera en Dantxarinea comenzamos la subida del puerto de Otxondo, la primera dificultad relevante de la ruta de este año. El puerto de Otxondo tiene unos 10 kms. Tiene 4 kms. duros del  3-7 con medias superiores al 6%, y el resto son más tendidos.

En el primer kilómetro está lleno de ventas y gasolineras, es un lugar destinado para que los franceses puedan echar gasofa o comprar tabaco más barato, nada nuevo en las fronteras que incluso en estos tiempos donde las barreras físicas fronterizas ya no existen siguen manteniendo ese espíritu de espacio de intercambio y de escondrijos.

Una vez pasado el primer kilómetro el paisaje se torna más amable y los prados nos acompañan a ambos lados de la carretera. En el km. 3 nos encontramos con varias curvas de herradura que nos adentran entre un espeso bosque. En este kilómetro es donde empieza la parte dura del puerto.

La subida se hizo larga a los Alucheros, el hambre se nos presentó de improviso quizá porque el almuerzo fue leve para una etapa cargada de vaivenes. Este puerto de Otxondo, que es equiparable a un 2ª categoría de nuestro país, acabó convirtiéndose en un fuera de categoría y su meta se hizo larga, casi infinita.

Puerto de OtxondoAl final pudimos llegar a la cima, y desde allí nos lanzaríamos por el valle de Baztán dirección a Erratzu la meta del día de hoy. La carretera de bajada se muestra dulce, bien asfaltada y sin tráfico lo que nos permite disfrutar de un descenso sin pedales.

Cogemos el cruce a Erratzu que nos devolverá mañana a Francia y tras unos pocos kilómetros llegamos al camping baztan, un alojamiento que nos pareció caro para los servicios que nos dio y que nos acaba defraudando con un pienso incomible.

Erraztu es un precioso pueblo con una arquitectura típica del valle de Baztán con caseríos que se aprietan en el casco urbano. El Aluchero que anda ya cansado de un día de subidas impenitentes no encuentra un sitio donde cenar y eso le tuerce el ánimo. Regresamos al camping y allí nos deleitan con un engrudo de huevos sin freír y lomo sin hacer, que nos devuelve a la cama con el mismo malestar de quien se acuesta sin cenar.

ETAPA 3. ERRATZU-SAN JEAN PIED DE PORT 35,92 KMS

Hoy los Alucheros querían tomarse el día con pausa, no es bueno que el cuerpo acabe cogiendo manía a la bicicleta. Sin embargo el día amanece cubierto y una espesa lluvia nos acompaña durante el proceso de desmontaje de nuestros aparejos. Aprovechamos para sacar a relucir nuestro equipo de lluvia, ver la consistencia de las alforjas, etc.

La lluvia nos impide prepararnos el desayuno y volvemos a la cafetería del camping. Como todos conoceréis el hombre es el único animal de tropezar dos veces con la misma piedra, allí nos deleitan con una tortilla de patatas, imposible de masticar y que nos empuja a montarnos en la bicicleta y olvidar este hito de la gastronomía.

Puerto de IzpeguiDesde la misma salida empezaríamos hoy la subida al puerto de Izpegui que nos devolvería con pausa otra vez a la frontera de Francia.

El puerto de Izpegui por esta cara es un puerto delicado y suave de apenas 8 kms. que nos sumerge en una subida plácida y que nos deja disfrutar con la máxima intensidad el paisaje que nos acompaña. La lluvia es tenue y se camufla entre las ramas de los árboles que nos acompaña en los primeros kilómetros. El paisaje es inmenso aunque la lluvia y el cielo encapotado no nos deja disfrutarlo en toda su inmensidad. Nos despedimos del valle del Baztán y llegamos a la cima con las fuerzas casi intactas y con la belleza parpadeando en nuestras pupilas.

De ahí nos dejamos caer por la vertiente del puerto en dirección a Saint- Etienne de Baigorry por una plácida bajada que nos deja rápidamente a las puertas de dicha villa.

Este pequeño pueblo mantiene la belleza y la calma de las villas de estas latitudes. Se mantiene intacto al paso de tiempo e impertérrito a su historia como lugar de frontera. Allí junto a la Iglesia, sacamos nuestras sopas, pusimos al trangia a pleno rendimiento y tomamos un caldo que asemejaba a ser algo más que agua pero que sólo sirvió para calentarnos en un día de lluvia.

St Jean Pied-de-PortDe allí hasta Saint Jean Pie de Port, quedaban unos pocos kilómetros que trazamos con celeridad. Este pueblo es una de las localidades más bellas que visitamos a lo largo del camino. Paso del Camino de Santiago Francés, lo que impregna todos sus rincones y le dota de la personalidad consiguiente.

Aparcamos nuestras bicis y tiendas en el camping municipal, unas magníficas instalaciones a precios muy asequibles y nos propusimos recorrer cada una de sus calles.

A la ciudad vieja se entra a través de un magnifico puente que cruza un bucólico río. El casco viejo de enormes pendientes nos recuerdan los retos que nos esperan los próximos días.

No dejamos que la noche nos engañe y volvemos pronto al duro catre que nos proporciona el suelo.

ETAPA 4. SAINT JEAN PIE DE PORT – ARETTE.  70,76 KMS

Nos levantamos con la pereza metida en el cuerpo, somos conscientes de que hoy nos enfrentaremos con uno de los grandes colosos de la ruta y eso la verdad, como para empezar el día, no resulta apetecible. El sufrimiento sin pausa siempre acaba dando cierta pereza.

Es tal el respeto, por no decir miedo, que tenemos al puertaco que desayunamos un plato de pasta que sin duda será definitivo para poder afrontar las rampas. Después de desayunar hasta reventar el alma y con la salsa boloñesa aún presente en la comisura de los labios desmontamos el chiringuito de todos los días y partimos con el sol sobre nuestras cabezas.

Nos acercamos al Col de AhuskyEl acercamiento al puerto, unos 15 kms, lo hicimos al trote cochinero, no podíamos desgastar ni  uno de los espaguetis que habíamos engullido unos minutos antes.

Por fin, pasada una pequeña villa llamada Bastida nos encontramos con el cruce de la D18, que por fin marca el inicio del puerto de hoy: el Ahusky.

El Ahusky por esta cara es una subida de 10,4 kms, con rampas de un 16% y con kilómetros enteros con medias superiores al 13,5%. El Ahusky con alforjas, es una temeridad, una locura, una experiencia lisérgica, un sufrir sin parar y una dosis de cuesta que satisfacería al más avezado escalador.

Al pie de puerto nos encontramos a unos ciclistas holandeses, que a través de gestos mostraron su incredulidad a que fuéramos capaces de subir dichas rampas con las burras cargadas a tope.

En el primer kilómetro al abandonar el último núcleo de la población la carretera nos saluda con unas rampas del 16%, ahí en este lugar ya quemamos todos los espaguetis. Los dos kilómetros siguientes por un paraje impresionante, sin sombra, con el aire quemándonos los pulmones son tan brutales que sólo respirar cuesta. La bicicleta amaga con encabritarse por las pendientes y las piernas empiezan a quejarse en un canto dolorido.

Col de AuskyLa montaña se abre al paso de los Alucheros, los saluda ensimismado, en su vida ha visto tanto desatino, cuatro tíos atravesando paredes con los lomos repletos de carga.

En el camino tomamos un respiro, que cada vez se hace más frecuente, hasta que llegamos a un falso llano en el que se adivina una cuesta tan empinada que parece horizontal. Sabemos por la altimetría que ahí se acaba el sufrimiento y subimos con la bicicleta bamboleándose buscando el impulso invisible de alguna mano escondida entre el aire.

Arriba llegamos y no hay ni siquiera un cartel con el nombre de puerto. Tanta dureza y nadie se dignó ni siquiera a retratarlo en un cartel.

Están los Alucheros con el ánimo crecido, algunos hasta rematan el puerto bailando.

En la bajada nos lanzamos con los pulmones abiertos como si el destino estuviera justo al pie de la bajada. Íbamos sin una gota de agua y después del éxtasis del final de la subida, la sed empezó a aparecer de una manera intermitente hasta constituir una necesidad imperiosa.

Alucheros del Pedal en el Col de AuskyLos pueblos que fuimos atravesando eran poblaciones pequeñas, fantasmagóricas. Las tabernas se hallaban cerradas, era ya muy tarde para los usos franceses, aquí estaríamos tomando cañas en las terrazas. En uno de los pueblos que descubrimos una fuente, el agua despedía un olor a azufre, que ni el diablo de Chaves.

La pájara sedienta empezaba a hacer mella en los Alucheros y la cosa tiznaba fea. Unos kilómetros más adelante encontramos a un paisano francés en una pequeña terraza de lo que se suponía una taberna. Nos acercamos y aunque el bar estaba cerrado el hombre nos facilitó todo el agua que necesitábamos, hasta que nuestra sed estuvo calmada.  Aprovechamos para comer allí y no nos cansamos de agradecerle a nuestro vecino francés que hablaba un exquisito castellano su generosidad.

Una vez que solventamos sin duda la mayor crisis colectiva del camino, nos montamos en las bicicletas con la intención de llegar lo antes posible a Arette. Todavía nos quedaban otros casi 30 kms por un camino no excesivamente duro que nos permitió acercarnos a nuestro destino final no sin mucho esfuerzo.

Arette es una pequeña población que está a pie de puerto de la dificultad montañosa que abordaríamos el día siguiente, con las montañas al fondo y con el silencio que sólo interrumpía el agua.

El camping de Arette bonito, barato y muy acogedor, sin duda el mejor de los aposentos hasta ese día del viaje.

Después de degustar unas latas de chucrut, sin duda una mísera recompensa para tanto sufrimiento, nos metimos en los sacos con el corazón aún exhausto por tanta dureza recorrida.

ETAPA 5. ARETTE - ISABA 49,27 KMS

Pirineos FrancesesNos levantamos con las piernas doloridas y con la pereza incrustada en las entrañas. Sabemos que hoy nos espera la etapa reina de nuestra  ruta pero nuestra cabeza aún anda atrapada por el sufrimiento del día anterior.

Después del consabido desayuno de pasta con tomate desalojamos el campamento y nos despedimos del acogedor camping de Arette.

El puerto de la Pierre de St. Martin empieza en el mismo Arette, con lo cual hoy amanecemos subiendo. El puerto sin duda es el mayor reto que los Alucheros han emprendido con la burra cargada de alforjas, es un puerto tour, tanto por su longitud casi 26 kilómetros como por su dureza , con muchos kilómetros que superan el 8%.

El puerto une los valles de Baretous y el Roncal, en una larga ascensión pirenaica que antes de llegar a su cima recoge el final del col de Labays y Soudet.

El día era caluroso así que cogimos unos cuantos litros de agua porque sabíamos que la jornada sería larga. También nos avituallamos de melones franceses y plátanos para ir dándole al gaznate durante la subida. Nunca había llevado tanto peso y eso que parecía ser una temeridad nos sirvió para poder afrontar el reto de la jornada.

Porcentaje en la Pierre de St MartinLos primeros 8 kilómetros son bastante llevaderos, te adentras poco a poco en la inmensidad del valle y la vegetación empieza a ser más intensa. A partir del kilómetro 9, nos sumergimos en la espesura del bosque, con curvas de herradura y sus correspondientes porcentajes, a pesar de dichas curvas las rectas son largas con una dureza sostenida.

Los Alucheros nos lo tomamos con calma. El agua escurre entre las piedras, lo que nos recuerda el inmenso calor que venimos sufriendo y nos incita a refrescarnos. Después de meter la cabeza debajo de un chorro y dar cuenta de los melones que veníamos cargando desde el inicio continuamos la subida al puerto.

La dureza de los kilómetros 9-17 es sostenida, no hay descansos, a ello tenemos que añadir el que están asfaltando la carretera. Las enormes máquinas nos pasan arrastrando su enorme peso y dejando una mancha de alquitrán que se pega en nuestro cuerpo y que hace de estos kilómetros un verdadero infierno. El calor sin duda se convierte en un elemento más de dureza. Uno recuerda esos Tours de julio donde las chicharras se suben a los radios de los ciclistas.

A la altura del Col de Labays tenemos un kilómetro para recuperar fuerzas, ahí la vegetación desaparece y  el paisaje se abre con toda la intensidad del Pirineo. Al lado de un prado y a la sombra de una cabaña, damos cuenta de la consabida lata de ensalada de pasta, no es lo que uno espera después de varias horas de sufrimiento, pero es lo único que tiene y acaba sabiéndole a gloria.

Vista desde el Col de SoudetDesde ahí al Col de Soudet nos encontramos con unas rampas más llevaderas y con un paisaje inmenso atravesado por  uno de los sitios más atractivos como es el Paso de Guilhers.

En el col de Soudet volvemos a parar y disfrutamos del paraje. Esta cima nos ofrece otra cara para subir el puerto , un puerto muy transitado en el Tour y que presume también  de dureza.

Todavía no vemos el final del puerto e intentamos adivinar el curveo de la carretera. Son apenas 5 kilómetros los que nos separan de la cima y volvemos a emprender el camino con la lentitud de una tortuga pero con la perseverancia de un elefante.

A la salida del cruce con la estación invernal de Arette nos encontramos con un giro hacia la izquierda que nos sorprende con unas rampas muy exigentes. Los últimos kilómetros nos ofrecen nuevas perspectivas y ya sin darnos cuenta nos encontramos en los últimos metros que en pocos minutos nos dejan en la cima.

La Pierre de St MartinHan sido muchas horas encima de la burra, quizá demasiadas. Ha sido mucho el sufrimiento, que se ha ido reconcentrando hasta formar parte de nuestra piel. Pero hemos conseguido el reto y uno se siente muy grande. Desde la cima del St Pierre de ST Martin pareces tener el mundo a tus pies.

Después de un merecido descanso y el consabido retrato, nos lanzamos hasta Isaba, ya de nuevo y de manera definitiva por tierras españolas. La bajada es intensa con muy buen trazado y larga, de más de 20 kms.

Podemos degustar el paisaje sin dar pedales y esa es una experiencia nueva, pero claro para bajar siempre hay que subir, el sufrimiento viene aparejado al disfrute.

Sin darnos cuenta y con el sol ya escondiéndose llegamos al camping de Isaba unos kilómetros antes de la villa que le da el nombre.

El camping de Isaba (camping asolaze) es un magnífico y bonito camping familiar. Allí podemos disfrutar de una copiosa cena que nos pareció el mayor de los festines.

Nos facilitaron a su debido coste el arreglo de una rueda que en otro caso hubiera cercenado la ruta de uno de los Alucheros y nos sentimos como en casa al abrigo de los pinos y con el suelo de hierba bajo nuestras espaldas.

ETAPA 6. ISABA – LUMBIERE. 67,33 KMS

Puente en IsabaNos levantamos con el ánimo enaltecido, como si nos hubiéramos quitado un peso de encima, como si el sufrimiento nos hubiera abandonado. Sin embargo el día nos iba a deparar muchas sorpresas y por supuesto el dolor de piernas hoy tampoco nos abandonaría.

A unos pocos kilómetros del camping nos encontramos con el pueblo de Isaba. Isaba es el  pueblo más septentrional de los siete pueblos que componen el Valle de Roncal. Bañada por el río Esca, Isaba destaca por su caserío formado por diferentes barrios en donde podemos observar construcciones de madera y piedra con estrechas y empedradas callejuelas. Destacamos dentro de este conjunto la iglesia de San Cipriano.  

El siguiente pueblo de escasas casas por el que atravesamos es Urzainqui, atravesado por el rÍo Esca, que dejamos atrás en unos minutos. Nos dirigimos a Roncal, villa que da nombre al valle, y que se encuentra junto en la mitad del mismo. Bellísima villa con un caserío clásico dentro de los pueblos pirenaicos. Dentro de este punto no podemos dejar de destacar la iglesia de San Esteban y diferentes casas o casonas como “Casa Sanz”, “Casa Gambra”,… que hacen de este pueblo uno de los más interesantes del Pirineo navarro. En Roncal nos compramos un queso de Roncal para homenajear a las tierras por las que íbamos transitando.

Plaza de BurguiEl siguiente pueblo que recorremos es Burgui, otra impresionante colección de caseríos, atravesado por un bello puente. Es ahí donde nos aprovisionamos en una fuente del mejor agua que en mucho tiempo habíamos bebido, y es curioso que un Aluchero venere tanto el agua pero el calor era a esta altura intenso  y el cuerpo solo pedía ese líquido.

En Burgui decidimos parar en una taberna y mezclar ya el agua con la cerveza, para no perder las viejas costumbres que forman parte de nuestro ADN. Degustamos el queso y otras pocas viandas, nos tomamos un poco de pacharán  y sesteamos un poco por las angostas calles.

Con el sopor todavía en nuestro cuerpos, partimos de Burgui y dejamos atrás el valle del Roncal camino de Salvatierra de Esca. Es en esta localidad donde abandonamos la vía que traíamos desde que salimos de Francia y nos adentramos por una estrecha carretera que nos lleva hasta Castillonuevo.

LLegada a CastillonuevoLa carretera es serpenteante, con algunas rampas inquietantes, de las que ya ni siquiera nos acordábamos. El calor se hace insoportable y llegamos a Castillonuevo envejecidos y sudando cansancio por todos los poros. En este pueblo pudimos entablar conversación con los escasos habitantes del mismo que nos ofrecieron todo el agua fresca que tenían y nos señalaron una pequeña alberca donde refrescarnos. Sin duda uno de los momentos del viaje.

Una vez frescos subimos a las burras para acometer el alto del Biguezal, cuyas rampas eran menos duras que las que habíamos recorrido anteriormente, pero que se hizo denso. Era un día donde nuestro ánimo estaba más en el bar que en la carretera y el sufrimiento cuando aparece de repente, sin esperarlo se hace mucho más duro.

Desde el Biguezal nos lanzamos cuesta abajo hasta el cruce con la carretera nacional y allí subiendo otro duro repecho llegamos a Romanzado y de ahí arropados y protegiéndonos del viento nos presentamos en Lumbiere.

Era ya muy entrado el día, con la noche en las puertas, cuando llegaba los viajeros al camping de Lumbier donde nos esperaba un nuevo Aluchero, al que abrazamos con fuerza. Eran muchos los sufrimientos que llevamos encima y ver a un nuevo compañero era un momento de alegría.

El camping de Lumbier es  modesto, sin pretensiones y de suelo duro.

Nos fuimos a cenar, a horas donde en Francia ya andarían por el séptimo sueño. Y por fin nos alegramos de estar en tierras navarras, estos horarios se adaptaban mejor a las costumbres alucheras.

Y en este punto os dejo y cedo el relevo a mi compañero Carlos que os acompañará hasta el final de la ruta.

 

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